viernes, 23 de octubre de 2009

Cambio de hábitos: del monocultivo sojero al agroforestal

Hasta el 23 de octubre se estará realizando en Buenos Aires el XIII Congreso Forestal Mundial (CFM), un evento que, como explica el Grupo de Reflexión Rural (GRR), será marcado por la presencia de empresarios, rondas de agronegocios y abundante propaganda a favor de la biotecnología forestal con el apoyo del gobierno argentino y la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

Como cada hoja tiene su contracara, el GRR está aprovechando esta oportunidad para denunciar «la falacia de la reforestación con especies destinadas a un uso industrial, así como el propósito de llevar adelante en nuestros países un nuevo y gigantesco monocultivo al servicio de los mercados globales». Buenos Aires también es el punto de encuentro donde tomará mayor forma una red militante de biólogos, ecologistas y guardaparques denominada Red En Defensa del Monte y de la Selva.[1]

«Es necesario que la lucha por los bosques y por la selva salga del estrecho ámbito de las comisiones provinciales ordenadoras del territorio, para instalarla en las calles», afirmó el grupo en la convocatoria al contraencuentro que finaliza este viernes con un taller sobre «Forestación y Cambio Climático», y que tendrá lugar en la sede que la Universidad Nacional de Luján (UNLu) posee en la ciudad de Buenos Aires.[2] «Las políticas sobre ordenamientos territoriales tal como se ensayan, no hacen sino encubrir y maquillar el saqueo y la devastación creciente de nuestros ecosistemas y supeditan los bienes comunes a criterios de depredación», agregaron.

Para abrir las orejas

Horizonte Sur es el programa que el GRR pone todos los domingos en el aire desde Radio Nacional[3]. Como estaba anunciado, la edición del último fin de semana estuvo dedicada al Congreso Forestal Mundial, con la opinión de activistas ecologistas y miembros del Grupo de Reflexión Rural. «Estamos presenciando un avance terrible de las multinacionales sobre los territorios argentinos, no es casual que la desertización, la pobreza de suelos que deja la soja, pueda ser una alternativa posible para el monocultivo de árboles. Eso es lo terrible, que aquellas tierras que van perdiendo su riqueza natural por el uso intensivo de agroquímicos y fertilizantes no naturales, puedan después, en su esterilidad, cuando ya no rindan para las cosechas de soja, ser utilizadas para el monocultivo de árboles. También es muy preocupante que se está avanzando, y no es visible, sobre los últimos restos que nos quedan de selvas, montes y bosques en el país», dijo Fernando Rovelli, del GRR Jujuy, durante la emisión del programa. Stella Semino, del GRR Dinamarca, por su parte afirmó: «Vienen por las forestaciones, vienen por la especulación con los bioplásticos, por un invento que tienen ahora, que es el carbón vegetal (el biochar). Dicen que con eso se va a poder secuestrar carbono; son los residuos forestales que por pirólisis los queman y dicen que después eso puede alimentar los suelos, mezclándolo con la "caca" de los pollos».

De la región de las yungas, en las provincias de Salta y Jujuy, Oscar Delgado, del Centro de Acción Popular Olga Márquez de Aredes (CAPOMA), habló sobre la responsabilidad de las empresas petroleras con los aludes ocurridos en la región, como ocurrió años atrás, cuando en las cercanías de la ciudad de Tartagal «se derrumbó un cerro completo y sepultó como a treinta familias». Ledesma y Tabacal, los ingenios azucareros más fuertes de la Argentina, también incursionan en la producción de biocombustibles, en especial de bioetanol de caña. En lo forestal, estas empresas también tienen sus intereses, explicó Delgado. «Incluso invaden otras provincias: Ledesma ha comprado ingenios en la provincia de Tucumán para expandirse en la producción de bioetanol, con las mismas prácticas de siempre. Nos estamos enterando que tienen amenazados a los pobladores, que tienen que desalojar esa zona, incluso hay rumores de que han desaparecido a pobladores», agregó.

Al compás del tamboril

Domingo 18 de octubre, 17.00 horas, es el momento en que está prevista la ceremonia de apertura del CFM, cuando un reducido, pero decidido, grupo de manifestantes del GRR y de la Red en Defensa del Monte y de la Selva se acerca a las puertas del predio de la Sociedad Rural Argentina, sede del congreso, a escrachar el encuentro. Mégafono en mano, pasan distintos oradores bajo el imponente cartel que anuncia el convite del negocio forestal. Algunos de los que se van acreditando, se detienen a escuchar. En las banderas que acompañan a los activistas se puede leer: «Ni deforestación, ni monocultivo de árboles; no al agronegocio forestal; por la soberanía alimentaria». Uno a uno, los militantes fueron hablando. Estas fueron algunas de las palabras que se dijeron en ese momento:

Jorge Rulli (GRR): «Compañeros, nos hemos hecho presentes aquí para denunciar este modelo de forestación, como un paso más en el modelo colonial que nos ha impuesto la sojización y la minería con cianuro. Estamos denunciando el agronegocio forestal, la implantación en la Argentina de monocultivos que devastan el territorio, que lo desocupan de sus poblaciones, que borran los paisajes. También estamos aquí para afirmar nuestra decisión de continuar esta lucha a pesar de las enormes dimensiones del compromiso político y de las enormes inversiones que amenazan la conciencia ecológica de los argentinos. Más tarde o más temprano, lograremos de nuevo una patria liberada de las corporaciones trasnacionales».

Fenando Rovelli (GRR): «Compatriotas, estos negocios agroforestales son otra avanzada de las empresas multinacionales sobre el territorio argentino. Hoy más que nunca se ve claro que vienen y pretenden avasallar los últimos relictos de bosques, de selvas y de montes que quedan. Este modelo de monocultivo forestal, este modelo de desierto verde, va a terminar con nuestra diversidad. Hoy, el avance de las corporaciones forestales pretende destruir lo que ha costado construir miles de años. Nada es igual ni parecido al bosque natural, ningún árbol implantado es igual al árbol autóctono, nativo, que creció en su tierra. Tenemos que ser capaces de distinguir que plantar árboles también significa otra forma de dominio, no significa un cultivo para crecer y para engrandecernos. Significa un cultivo para seguir exportando maderas, celulosa, energía y biomasa a los países del norte. Por eso, estamos aquí presentes ante este monstruo de las multinacionales del negocio agroforestal, que pretenden avanzar una vez más como lo hicieron con la soja, como lo hacen con la minería. Hoy el tema es forestación. El único árbol que tiene sentido en la vida de las personas es el árbol que se cría en su lugar y con su gente. A partir de este negocio estamos viendo que el modelo no ha cambiado, sino que se acentúa, y se acentúa sobre la apropiación de las riquezas, se acentúa sobre la pobreza de nuestra gente, se acentúa sobre las comunidades aborígenes, criollas, campesinas, que están dejando su tierra porque son llevados a los márgenes pobres de las ciudades. Hoy, el norte argentino, maravilla en diversidad, se encuentra empobrecido y lo seguirá estando mientras no seamos capaces de ejercer una resistencia efectiva contra este nuevo modelo agroforestal.

Oscar Delgado (CAPOMA): «Hemos llegado acá para hacer escuchar nuestras voces, las voces del campo profundo. Habitantes del monte, del bosque y de la selva que aún queda en nuestro territorio. Los bosques, las selvas nativas, siguen siendo un pan de futuro. Al exterminarnos estos señores con sus negocios planificados, exterminan la vida; esos negocios los planifican, no conociendo el territorio, los planifican con observaciones satelitales, desde oficinas con aire acondicionado. No conocen el territorio, sólo conocen como explotarlo mejor. Destruyen la diversidad biológica y toda la diversidad de nuestras culturas tradicionales, que conocen palmo a palmo ese territorio. Tenemos el derecho de gestionar, de manejar ese territorio para seguir generando futuro; ellos quieren generar ganancia a costa del hambre y de la miseria, tal como lo han demostrado estos trece años de modelo de monocultivos transgénicos, de la soja, del maíz transgénico. Hoy, en el norte argentino, tenemos la provincia de Salta que ha crecido económicamente en gran escala, pero proporcionalmente ha crecido la miseria. Uno de cada tres chicos en Salta está desnutrido, tenemos más del 60% de la pobreza y gran parte tiene la responsabilidad el modelo agropecuario que ha terminado con los montes, generando desastres ambientales. Los montes son nuestros escudos, nuestra defensa en tantos cambios climáticos, cada vez más agudos. Le decimos un rotundo no a estos negocios asesinos y a estos árboles transgénicos, a estas plantaciones transgénicas. Es otra cara más del saqueo, como la minería a cielo abierto, como las petroleras que están devastando nuestros territorios, las papeleras que quieren seguir instalando y que se van a servir de estos árboles transgénicos. Estamos decididos a defender nuestros territorios, los movimientos campesinos estamos decididos a no ceder un palmo más. Nos van a tener que escuchar, quieran o no quieran, porque vamos a defender nuestro futuro y nuestra vida de la especulación, de la muerte y de los cerebros que se sirven de la ciencia y la tecnología para generar dominio y opresión».

Los árboles vienen marchando

Lunes, 19 de octubre, 19.00 horas. En un café del centro porteño tiene lugar una conferencia de prensa alternativa para escuchar las voces disidentes al Congreso Forestal Mundial. Indígenas, productores y especialistas del GRR están listos. La audiencia, otrora entusiasta y presente ante los debates propuestos en torno a los devenires de la soja y los agrotóxicos, tarda en llegar. Parece que hacerle entender a la gente el desafío que supone enfrentarse a los gigantes forestales será una tarea difícil; asociar que forestar puede traer aparejada la posibilidad del despojo. En la conferencia, Hugo Serna se presentó a sí mismo como un «pequeñísimo» productor frutícola. Contó que la provincia de Córdoba conserva, hoy en día, sólo el 3% de la superficie boscosa que poseía originalmente, «una situación bastante preocupante», dice. Con la ley de bosques parada en la provincia, «cajoneada» más bien, Serna explicó que como pequeño productor vive «una realidad bastante difícil, porque Córdoba es una zona muy productiva y lo que estamos tratando de hacer entre infinidad de personas, trabajando desde la agroecología o producciones sustentables, es tratar de preservar zonas que no sean tan expoliadas o tan degradadas como lo está planteando el modelo productivo actual». En los últimos incendios que afectaron las sierras de la provincia se perdieron cientos de miles de hectáreas. «La idea es cambiar la conciencia ―aclaró el productor orgánico―, tener otro tipo de relación con el medio y otro tipo de relación con la tierra, alejándonos un poco de todo esto tan productivista, y generando otra visión hacia las futuras generaciones». El modelo va cambiando de hábitos, pero la devastación que propone es la misma. «Es bastante triste lo que va quedando después de un incendio, pero seguimos esperanzados», concluyó Serna.

* Por Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik para la Agencia de Noticias Biodiversidadla.

Notas:

[1] Red En Defensa del Monte y de la Selva.«Convocatoria» , octubre 2009.

[2] En el blog de la Red En Defensa del Monte y de la Selva se puede consultar la grilla completa de actividades: ver aquí

[3] Horizonte Sur se transmite los domingos de 11.00 a 11.50 (-03.00) por AM 870 Radio Nacional.

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