sábado, 29 de mayo de 2010

Manifestación en Mar del Plata para exigir el fin del hambre en Argentina

La primera de las marchas contra el hambre en Argentina ocurrió en plena crisis de este país, en 2001, y hubo más en los años siguientes pese a la recuperación económica que redujo la pobreza a casi la mitad, pero no pudo resolver la precaria condición de vida de un cuarto de la población. "Hay un núcleo duro de la pobreza que no se puede perforar", alertó el coordinador de Chicos del Pueblo, Alberto Morlachetti.
La pobreza rebrotó en Argentina por la inflación ascendente desde 2007 y la crisis mundial que comenzó en 2008. Por eso, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner aprobó en diciembre pasado una asignación de 170 pesos mensuales (unos 37 euros) para cada hijo de parado o trabajador informal. Un estudio realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda), el Programa de Formación Popular en Economía (Profope) y el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), señala que, con esa ayuda, la pobreza se ha reducido del 26% al 22,6% (unos nueve millones de personas) y la indigencia (la carencia de recursos necesarios para comprar alimentos básicos), del 7,5% al 3,4% (aproximadamente 1.360.000 personas).
Los investigadores propusieron que la subvención a los niños fuera complementada con políticas para fomentar el empleo, como el plan de cooperativas que el Gobierno ha puesto en marcha entre críticas de las organizaciones sociales excluidas del programa. Además, una inflación superior al 20% deteriora mes a mes el poder adquisitivo de la ayuda.
"Bienvenida sea la asignación, pero no es universal, porque está condicionada a asistir a la escuela y a recibir las vacunas y además debería cubrir a seis millones de chicos, en lugar de 3,6 millones", opinó Morlachetti, que venía bregando desde hace años por este subsidio, al igual que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la diputada Elisa Carrió y el economista Rubén Lo Vuolo. "Si universalizamos la asignación y la llevamos a 300 pesos [62 euros], salimos de la indigencia y me puedo retirar tranquilo", dijo el coordinador de Chicos del Pueblo.
En 2005, Morlachetti había llevado la propuesta de la asignación universal por hijo al entonces presidente de Argentina, Néstor Kirchner, que le respondió entonces que el empleo era su herramienta para combatir el hambre. "Conceptualmente estoy de acuerdo", opinó Morlachetti, "pero no hay pleno empleo y la mitad del empleo es informal. No niego que haya crecimiento, sea por méritos propios del Gobierno o no, pero al ser tan concentrada la riqueza, el crecimiento no llega al núcleo duro de la pobreza. Hay que cambiar la matriz de distribución en este país que puede alimentar a 300 millones de personas en todo el mundo."
El pasado martes, alrededor de dos millones de argentinos celebraron en las calles de Buenos Aires el Bicentenario de la independencia Argentina. Fue una verdadera fiesta popular. También se celebró en las demás ciudades. "Pero los fastos del Bicentenario no deben ocultar la pobreza", señaló el coordinador de Chicos del Pueblo.
El manifiesto de la protesta del viernes en Mar del Plata advertía de que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el kirchnerista Daniel Scioli, "impone políticas públicas que no están nutriendo, ni abrigando, ni abrazando a nuestros niños". Se refería al recorte este año del 20% de las plazas en los comedores escolares, lo que afecta a 400.000 niños que muchas veces sólo se acercan hasta el colegio por los alimentos, según reconocen los propios docentes. También se criticó el proyecto de ley de rebajar la edad de imputabilidad penal de los 16 a los 14 años. "Como si nuestros hijos fuesen los responsables de la pobreza o de la inseguridad", afirmaron los manifestantes.
Entre las organizaciones convocantes figuraban algunas que habían sido aliadas del kirchnerismo hasta hace poco, pero que se alejaron del Gobierno por el devenir de sus políticas. Entre ellos, los movimientos Libres del Sur y Barrios de Pie. También participaron sindicalistas de CTA, grupos católicos, organizaciones sociales y piqueteras, de jubilados y de mujeres. "Vino gente de Buenos Aires, de Santiago del Estero, de Bariloche, de Mendoza... y vinieron porque están cagados de hambre. Si no, no vienen", razonó Morlachetti.
Por ALEJANDRO REBOSSIO - Buenos Aires - 29/05/2010 - Fuente periódico El País - España

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