El editorial del 24 de abril del diario de los Mitre (La Nación), terroríficamente titulado ‘tierra arrasada’, que fue refrendado por otro del día siguiente de F. Bertello llamado ‘Ante el riesgo de volver al pasado’ –pasado industrial, productivo, independiente, soberano e inclusivo, podríamos agregar-, hace una defensa desesperada y plagada de mentiras y descalificaciones antidemocráticas hacia la acción del gobierno, del modelo de la sojización.
Allí se defiende irresponsablemente la principal herramienta del pequeño poroto transgénico: la lluvia agrotóxica del herbicida glifosato que anualmente inunda nuestros campos, napas, cursos de agua, arroyos, lagunas, ríos y el ambiente circundante de las ciudades del interior. Lluvia que viene acompañada, de su secuela de teratogénesis (malformaciones en los nacimientos y abortos espontáneos) cánceres, alergias, dermatitis, enfermedades respiratorias, expansión descontrolada de la población de mosquitos, afectación de la micro-macroflora y micro-macrofauna del suelo y otros efectos nocivos que se manifiestan en toda la extensión de la cuenca sojera.
Espantó a La Nación, un reciente informe preliminar dado a conocer por el Dr. Andrés Carrasco, científico argentino de renombre internacional, con más de treinta años de carrera, descubridor en los años ochenta del rol de los ‘Genes Hox’ en la morfogénesis de los vertebrados y Director del Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet y de la Facultad de Medicina de la UBA. El informe del Dr. Carrasco versaba sobre los graves trastornos teratógenicos y protocancerígenos descubiertos en sus investigaciones de dos años de duración, en embriones de Xenopus levis, un anfibio utilizado en el mundo entero para estudiar los efectos de los fármacos y tóxicos sobre los vertebrados. Gracias a lo descubierto por el Dr. Carrasco en los años ochenta, la ciencia mundial sabe hoy que los procesos morfogenéticos de los anfibios, se reproducen de igual manera en el resto de los vertebrados, lo que incluye al ser humano. Es por ello que Carrasco, como haría cualquier científico responsable ante su sociedad, haya preferido hacer públicos a la prensa sus conclusiones, ya bastante avanzadas y con contundente seriedad académica. Palabrita ésta que le gusta a La Nación cuando la ‘Academia’ es de ella, pero que le molesta cuando la Academia le juega en contra. Carrasco salió a advertir a la comunidad, antes de publicar su trabajo en cualquiera de las medios
científicos existentes, pues al descubrir un hecho que puede afectar gravemente a la salud de la población, primó su responsabilidad como científico, antes que las ataduras a los pasos burocráticos del sistema científico, que por otro lado lo autorizan perfectamente a hacer lo que hizo. De hecho las denuncias y evidencias contra los nocivos efectos del glifosato-Round up y el paquete de agrotóxicos que acompañan a la sojización, van en aumento día a día.
La Nación reduce la cifra de agrotóxicos, a 160-180 millones de litros, pero en la última campaña los litros desparramados superan los 300 millones de venenos, varios de ellos prohibidos en otros países (2-4-D, Clorpirifós, Paraquat, Diquuat), con crecientes daños para el ecosistema en su conjunto y para la salud de la población en particular. Lógicamente las medidas a tomar a partir de la publicación oficial del informe, que pese a lo que tergiversa La Nación, fue entregado por el Dr., Carrasco, al Poder Ejecutivo Nacional, a ambas cámaras del Congreso Nacional y al Conicet, y un resumen preliminar nos fue entregado por correo electrónico a los investigadores ambientales y está disponible para cualquiera. Pero claro, no fue entregado con anticipación –impidiendo su ocultamiento- ni a la Nación, ni a Clarín, ni a la Cámara de agrotóxicos y fertilizantes, ni a Aapresid, ni a Monsanto, ni a los muchachos de la Mesa de Enlace, ni a ningún otro integrante del ‘agronegocio sojero’, y eso lo hace insostenible para La Nación. Peor aun, todos ellos comienzan a mirar con preocupación a sus colegas de la industria del tabaco, cuando se confirmara su relación directa con el cáncer de pulmón. Las costosas indemnizaciones que el agronegocio sojero deberá pagar al conjunto de la población contaminada con venenos agrícolas, por sus secuelas de cánceres, malformaciones, abortos espontáneos, y otras plagas parecen quietarle el sueño a La Nación y sus socios sojeros, por eso no ven la hora, ni la forma de acabar con este gobierno que permite estas investigaciones impertinentes. La sojización constituye una verdadera plaga que ha devastado el otrora poderoso y autosuficiente sistema productivo agropecuario argentino, que se caracterizaba por obtener una enorme masa de alimentos sanos y de altísima calidad sin apelar prácticamente al uso de agrotóxicos, basándose en las enormes ventajas agroecológicas de nuestras pampas y de la rotación agrícola-ganadera que por décadas permitió alimentar adecuadamente a nuestra población y al mismo tiempo poseer un alto saldo exportable de granos y carnes de altísima calidad, hoy perdida por la sojización masiva y la expansión de la producción de ‘carne- basura’ producida en el feed- lot, su lógico producto. Así dejamos de ser el ‘granero del mundo’ –que añora La Nación- para transformarnos en el ‘pastizal-sojal’ de China, la India y la UE, primarizando nuestra producción agrícola a extremos ridículos. Le vendemos soja y maíz en grano a Chile, para comprarles luego los cerdos y pollos que ellos producen con nuestros granos y que nosotros hemos dejado de producir gracias a la expansión descontrolada de la producción de ‘pasto-soja’.
Mentiras a granel
En un párrafo sin desperdicio, para el dolor de nuestra memoria histórica, La Nación se escandaliza de que la Ministra de Defensa haya prohibido sembrar soja trángencia en los campos del Ministerio a su cargo. El diario no puede dejar de mostrar su espanto ante el sistema democrático vigente y su profundización a partir de 2003.
Dice La Nación: ‘Cuesta creer la ligereza con la cual la ministra de Defensa ha dispuesto prohibir la siembra de soja transgénica en inmuebles propios de las Fuerzas Armadas. Desde el momento en que el ex presidente Néstor Kirchner ordenó a su entonces jefe de Estado Mayor General del Ejército que retirara, como si hubiera sido un peón de limpieza, con sus propias manos un retrato de Jorge Videla del Colegio Militar, la época del desprecio por las instituciones del país ha seguido un curso por momentos trágico y por momentos desopilante.’ Si el párrafo no perteneciera a un editorial del diario mitrista, seguramente merecería integrar una de las mejores antologías de la picaresca político. Cuando el ex presidente Kirchner ordenó al Jefe de Estado mayor retirar la foto de Videla -pues ninguno de los colaboradores del general quiso hacerlo en muestra de rebeldía- Kirchner cerraba con esa acción decidida y valiente un largo ciclo histórico de autoritarismo militar por sobre el poder civil. Fue en ese preciso instante que la aciaga frase del ex presidente Alfonsín, sobre sus ‘Felices Pascuas’ que congelara por veinte años la construcción de un verdadera democracia en la Argentina, pasaba a ser historia. Néstor Kirchner ponía blanco sobre negro que el jefe militar era el Presidente elegido democráticamente por los argentinos, tal cual expresa nuestra Constitución. Esa que La Nación despreciara y aboliera una y otra vez a lo largo de nuestra historia, apoyando a cuanto golpe de Estado se produjera. Los genocidas y asesinos debían ser juzgados, la democracia podía seguir su curso interrumpido por las leyes de la impunidad. Kirchner hacía exactamente, lo que Alfonsín se había negado a hacer en la aciaga Semana Santa donde decidió vaciar de contenido su gobierno y traicionando a los millones de argentinos que dejando de lado sus banderías políticas, ocuparon las plazas de la Patria, rodearon Campo de Mayo y estaban prontos a destrozar al ejército asesino y genocida emergido del 24 de marzo de 1976 y dispuestos reemplazarlo por uno nuevo democrático y popular.
Videla y el glifosato: el mismo proyecto
Resulta notable que La Nación junte al glifosato y la sojaRR con Videla, casi sin anestesia, pues como hemos explicado muchas veces, la sojziación, que ha devuelto al país al modelo agroexportador, es hija directa de la brutal desindustrialización iniciada en marzo de 1976 y llevada hasta el hartazgo por el menemato. Entre 1976 y diciembre de 2001 se destruyeron 280.000 establecimientos industriales y se perdieron 300.000 productores agropecuarios. De ese increíble retroceso histórico surgió la sojización que nos devolvió al modelo de la ‘granja británica’, vigente entre 1862 a 1943, claro que ahora remozada como ‘pastizal chino’. Le vendemos a China ‘pasto-soja’ y le compramos toda su producción industrial incluida la basura.
Eso si que es retorno al pasado. Argentina es el único país en el mundo que se desindustrializó por decisión política de su burguesía, sin haber sufrido ni una guerra de invasión, o de anexión, como ocurriera con la ex Yugoeslavia, la ex Alemania comunista o Irak. La última frase del párrafo es absolutamente perversa y denuesta el correcto accionar de la Presidenta legitima de los argentinos. ‘De un día para otro se toman en el seno de un gobierno orientado desde las sombras, y no por quien fue elegida para regir por cuatro años su destino, medidas que asombran. Pasará el tiempo y muchos de los personajes de esta época revistarán como protagonistas de capítulos inverosímiles, impropios de una república cuya grandeza se celebró por muchas razones en el mundo.’ ¿A razón de qué, una medida tomada por la ministra de Defensa designada por aquella Presidenta‘elegida para regir por cuatro años su destino’ años proviene de un supuesto ‘poder en las sombras’? O acaso la ministra Garré no habrá consultado a la Presidenta, antes de tomar la correcta decisión de prohibir la sojaRR en los campos militares? Campos que por supuesto, no debían estar destinados a la especulación rentista-sojera, sino a la producción de alimentos para nuestras fuerzas armadas. Un ejemplo que debería tomar el ministerio de Educación y prohibir que los campos pertenecientes a las escuelas Agropecuarias o a las Facultades de Agronomía de todo el país se alquilen o produzcan desvergonzadamente sojaRR como si más. Finalmente el párrafo hace mención a gobernantes ‘impropios de una república cuya grandeza se celebró por muchas razones en el mundo’. ¿A qué grandeza se refiere La Nación? ¿A que Republica se refiere el diario de Mitre? ¿A esa extraña ‘república conservadora’, sin voto universal existente entre 1862 y 1916? ¿Al país de las vacas y las estancias? ¿A ese que según Roulet, dirigente de CRA, ‘hicieron grande el campo, la Iglesia y las Fuerzas Armadas?’ Esa República sin votos es la que añora la burguesía terrateniente, hoy reconstituidos en poderosa burguesía sojera, luego de haber vendido sus empresas industriales, habiendo fugado entre 150.000 y 300.000 millones de dólares fuera del país y haber recuperado gran parte de las tierras que debiera vender durante los años del peronismo. Añoran esa ‘republica’ donde votaban los muertos, y el ‘Presidente de la Nación’ se elegía en reuniones del Jockey Club, el Banco de Londres y el Club del Progreso. ¿Será por eso que toda la oposición habla de República, y olvida hablar de democracia? Recordamos entonces una frase que Jaime Jacques Perriaux, el ideólogo del modelo económico perpetrado por Martínez de Hoz, le señalara pedagógicamente al asesino Videla: ‘conviene hablar de República y no de democracia. A la democracia hay que explicarla a la republica no’. Creemos hallar allí la explicación de tanto fervor
republicano de la oposición que se niega a hablar de derechos económicos, sociales y humanos, implicados en la ‘democracia para todos’ y no solo para los propietarios de la tierra (6900 familias dueñas del 49.7% de la tierra en la Argentina, bueno es recordarlo). Nos viene a la memoria al caso, un discurso de Domingo F. Sarmiento, en el Senado Nacional que creemos expresa el pensamiento republicano de La Nación, dice allí el ‘padre del aula’: ‘La clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella legisla. (...)
Cuando decimos pueblo entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara, ni gauchos, ni negro, ni pobres. Somos la gente decente, es decir patriota.(...) las masas populares cuando llegan al poder establecen la igualdad por las patas, el cordel nivelador se pone a la altura de la plebe y !ay de las que lo excedan de una línea! El ejercicio de la soberanía popular traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que representa en todos sus instintos la mayoría numérica en despecho de la minoría ilustrada’.(1) Parecería que para los nostálgicos de la república conservadora el voto universal y la vigencia plena de las instituciones democráticas es un problema sin solución. Por suerte.
Por: Alberto Jorge Lapolla*
*Ingeniero Agrónomo genetista e Historiador, Director del Instituto de Formación y Capacitación de la CMP
Artículo publicado por la Revista Contraeditorial, Nº 12, mayo de 2009.
Fuente para este blog: Chacodiapordia.com
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