jueves, 17 de diciembre de 2009

REPORTAJE: La cumbre de Copenhague CUENTA ATRÁS / 14: ARGENTINA "Como no llueve, se derrite la miel"


El 'granero del mundo' debe cambiar de cultivos ante la falta de agua


La familia de Guillermo Beckmann, horticultor de 56 años de la Pampa Húmeda, lleva un siglo dedicada a la tierra. Pero en la última década este argentino de abuelo alemán vio fenómenos climáticos en sus tierras de Guadalupe, en las afueras de la ciudad de Santa Fe, que nunca había percibido. "Los inviernos ya no son tan rigurosos como antes, ya no hay tantas heladas, y entonces no tenemos que tomar tantos cuidados, como regar a la noche o hacerle humo a las verduras", describe Guillermo. "Hay temperaturas más elevadas, que nos benefician", admite el horticultor. Sin embargo, el tiempo está volviendo locos a sus colegas en Santa Fe. En 2003 sufrieron la inundación por el desborde del río Salado. En 2007 y 2008, unas lluvias arrasaron con toda la producción y este año padecieron una sequía que les complicó el riego.

Los cambios climáticos se perciben en toda Argentina, de norte a sur y de este a oeste, en zonas áridas y húmedas, con el consiguiente impacto en la vida de las personas y en las actividades agrícolas, ganaderas, turísticas, industriales o mineras. "Los científicos no se animan a decir que estos cambios sean referidos al calentamiento global, pero lo que está pasando se parece a lo que va a pasar", observa Raúl Estrada Oyuela, diplomático que negoció el Protocolo de Kyoto y que ahora preside la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente.

Un informe oficial del Gobierno argentino ya ha identificado los impactos del cambio climático. "Hay un aumento de la frecuencia de precipitaciones extremas en el este y centro del país; aumento de temperatura en la cordillera de los Andes, la Patagonia y Cuyo (oeste), con retroceso de glaciares; aumento de los caudales de ríos y mayor frecuencia de inundaciones en todo el país, excepto en San Juan, Mendoza, Comahue (oeste) y norte de la Patagonia, donde han disminuido los caudales", describe el director de Cambio Climático de Argentina, Nazareno Castillo.

Víctor Pavón es un apicultor de 52 años que tiene colmenas en Silípica, a 50 kilómetros de la ciudad norteña de Santiago del Estero, donde se suele decir que hace "más de 40 grados a la sombra". "Ahora ha empezado a llover, pero hemos tenido siete meses de sequía, que antes no había, y es por la deforestación para plantar soja. Además, en Santiago siempre hacía calor, 40 o 42 grados, pero en octubre y noviembre tuvimos 48, 49 grados", relata Víctor, que desde hace 20 años está "detrás de la abeja". Como no llueve, no crecen las hojas de los árboles, que a su vez no dan sombra, y entonces se derrite la miel, se "funden" las colmenas y cae la producción. "De mis 600 colmenas, perdí 50 este año", cuenta este apicultor de zona árida, donde resulta difícil encontrar otras alternativas productivas.

En el sur también se padecen sequías más extremas que en el pasado. José Luis Zara, ganadero de 45 años de Patagones (un municipio del sur de la provincia de Buenos Aires, donde ya comienza la Patagonia), lleva instalado en la finca que era de su madre desde 2000. Aquella es una zona marginal, donde llovían sólo 350 o 400 milímetros de media anual. En 2004 llegaron a caer 700, pero a partir del año siguiente sólo han llovido 180 de media anual. "Desde pequeño, jamás he visto un sequía tan prolongada como ésta", se sorprende José Luis, y se lamenta. Hasta el año pasado tenía 350 vacas. Frente a la falta de cardos verdes, debió invertir para darles de comer, pero no pudo evitar que se le murieran 40. Antes de que perecieran, debió malvender otros 110 animales a 62 euros cada uno, en lugar de los 196 que podría haber obtenido si no hubiese habido exceso de oferta en su zona. Con unos amigos, alquilaron unas tierras en el norte de la provincia de Buenos Aires para enviar allí 150 vacas. Le quedaron sólo 50 en Patagones. "Esto me deja mal parado económicamente, y va a ser muy difícil revertir la situación", se desconsuela José Luis.

"Los rendimientos cárnicos y lácteos del ganado disminuyen en condiciones de mayor temperatura y humedad", advierte Osvaldo Canziani, dirigente argentino del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU. El calentamiento global en el llamado granero del mundo obliga a la "reubicación de cultivos", añade. "Los de cereales no van a tener rendimientos apropiados y, en un futuro próximo, cuando la temperatura media sobre la superficie de la Tierra aumente en 2º, varias especies no van a poder ser cultivadas en las regiones tropicales actuales, mañana más calientes. Estos cereales se cultivarán en regiones templadas, siempre y cuando la temperatura media del planeta no aumente en 3º", evalúa Canziani. También la pesca en Mar del Plata o la Patagonia ya se ha resentido: "La situación se ha hecho crítica con especies de peces comestibles".

Guillermo Beckmann, que planta acelga, lechuga, remolacha y rúcula en Santa Fe, cuenta que con la sequía de este año los horticultores gastaron más en combustible para hacer funcionar los motores de los pozos de agua o debieron practicar nuevas perforaciones. Después sobrevino una repentina lluvia que inundó tierras cultivables y entonces su provincia debió comprar lechuga de otras regiones de Argentina.

El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner prevé más impactos por el cambio climático, con más costos que beneficios económicos, migraciones forzadas, problemas de infraestructura y perjuicios para la salud humana. "Proyectamos un retroceso en los caudales de los ríos de la Cuenca del Plata -relata el director Castillo-, aumento del estrés hídrico en el norte y parte del oeste de Argentina, retroceso de la nieve en los Andes, probable crisis de agua en San Juan y Mendoza, menos generación hidroeléctrica en el Comahue y continuidad del retroceso de glaciares."

Fuente: Periódico El País, España (Enlace a los otros catorce artículos)

Punto de partida

- Emisiones. Argentina produjo 162 millones de toneladas de CO2 en 2006, la mitad que España.

- Postura ante Copenhague. Es un adalid de las reclamaciones de los países en desarrollo: poder emitir más y recibir compensaciones monetarias y tecnológicas.

- Qué se juega. La sequía amenaza su agricultura y su ganadería, pero también la pesca y el turismo.

Posición argentina en Copenhague

El ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge Taiana, expuso ayer en Copenhague que adhiere a la posición del resto de los países en vías de desarrollo. Pidió que "los países desarrollados asuman sus responsabilidades en este proceso y, por lo tanto, cumplan sus objetivos claros de reducción de emisión (de dióxido de carbono), faciliten los fondos para la mitigación y adaptación (al cambio climático) y faciliten la transferencia tecnológica". Advirtió: "Si eso no se hace, enfrentaremos un futuro más complicado y un nuevo intento de los países desarrollados por transferir las crisis a los países en desarrollo".

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