viernes, 2 de diciembre de 2016

La guerra de la soja (Documental TVE España)

Pulsar en la imagen para acceder a la página de RTVE y ver el documental completo
La soja transgénica es oro para la multinacional propietaria de la semilla, para los grandes productores y las empresas multinacionales que la exportan desde América Latina. Sin embargo, es un negocio muy discutido por muchos sectores que consideran que provoca muchos daños y deja pocos beneficios en los lugares donde se cultiva. Un equipo de 'En Portada' viajó hasta Argentina y Paraguay, dos países que junto con Brasil están entre los grandes productores y exportadores de soja transgénica del mundo.

martes, 22 de noviembre de 2016

Estados Unidos: Alarmantes niveles de glifosato en los alimentos de mayor consumo


Por Barbara H. Peterson / farmwars.info
Aunque no quiera ingerir glifosato, el herbicida más utilizado en todo el mundo fabricado por Monsanto, y conocido como Roundup, no va a poder evitarlo. Lo va a ingerir de todos modos.
Aquellos alimentos que se promocionan como sanos y nutritivos, incluso los considerados ecológicos y sin ingredientes transgénicos, contienen un ingrediente extra añadido por el gigante de la Industria Química y de la Agricultura Industrial, Monsanto, en su desayuno, en la comida, en su cena y cualquier otro alimento que tome entre comidas. Sí, es una cortesía de las Agencias de Regulación el que este herbicida esté omnipresente en nuestros alimentos, provocando una contaminación a gran escala y sin precedentes.
Historia del glifosato
Son 3 las patentes del glifosato: fue patentado por primera vez en 1964 por Stauffer Chemicalcomo un quelante de metales comercial que se utilizaba para limpiar o descalcificar las calderas y tuberías (2). El glifosato se une y elimina minerales como el calcio, magnesio, el manganeso, el cobre y el zinc, que son vitales para nuestra salud.
Las segunda patente fue presentada en 1974 por Monsanto para uso como herbicida (3). Monsanto afirma que el glifosato, que mata a las plantas al interrumpir la vía shikimato, no tiene ningún efecto sobre los seres humanos porque los mamíferos no disponen de la vía shikimato. Sin embargo, un reciente estudio revisado por pares (4) afirma:
El glifosato inhibe la enzima citocromo P450 (CYP), algo que se ignora de su toxicidad para los mamíferos. Las enzimas CYP juegan un papel crucial en las funciones biológicas, una de las cuales es la de desintoxicar los xenobióticos (sustancias químicas extrañas). Por lo tanto, el glifosato aumenta los efectos dañinos de otros residuos químicos presentes en los alimentos y toxinas ambientales. El impacto negativo en nuestro organismo es persistente y se manifiesta lentamente con el tiempo, ya que la inflamación daña los sistemas celulares de todo el cuerpo”.
En el año 2003, Monsanto solicitó una nueva patente sobre el glifosato como antimicrobiano para el control de parásitos o como antibiótico (5). Esta patente se concedió en 2010. Se propone que el glifosato se utilice como un tratamiento contra las infecciones microbianas y el control parasitario de diversas enfermedades, como la malaria. Un estudio revisado en 2013 decía que el glifosato mata la flora intestinal beneficiosa de los pollos ya en cantidades tan bajas como 0,75 ppm (partes por millón) (6).
Justo lo que necesitamos para el desayuno
El informe publicado por Food Democracy Now y el Proyecto Detoxofrece un alarmante panorama de los alimentos contaminados, de los que probablemente nos alimentemos y se los demos a nuestros hijos.
Glifosato: inseguro en cualquier plato
Un destacado laboratorio de evaluación alimentaria registrado por la FDA ha encontrado niveles extremadamente altos de glifosato procedente de los herbicidas en los productos alimentarios de mayor consumo en los Estados Unidos.
El glifosato, ingrediente activo de Roundup de Monsanto, es el herbicida más utilizado en todo el mundo en la producción agrícola y alimentaria, como resultado de la adopción generalizada de los cultivos transgénicos, con más de 71 millones de hectáreas cultivadas en los Estados Unidas, y más de 440 millones de hectáreas en todo el mundo.
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En este mapa se muestra el aumento en la utilización de glifosato en los Estados Unidos, entre 1992 y 2014.
Los nuevos estudios científicos revelan daño probable para la salud humana, algo que podría ya producirse a niveles tan reducidos como 0,1 partes por mil millones. Los alimentos más consumidos fueron analizados para comprobar la presencia o no de glifosato, encontrándose entre 289,47 partes por mil millones hasta niveles tan altos como 1.125, 3 partes por mil millones.
Las pruebas y los análisis fueron realizados por Anresco Laboratories, de San Francisco, un laboratorio registrado por la FDA, que lleva realizando análisis alimentarios desde 1943. El laboratorio encontró que los productos más consumidos, por ejemplo, Cheerios, tenía un contenido en glifosato de 1.125, 3 partes por mil millones. Otros niveles también altos de glifosato se encontraron en las marcas Oreo, Doritos y Ritz Crackers, entre los 29 alimentos analizados.
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Actualmente, las Agencias de Regulación de Estados Unidos permiten la presencia de unos niveles muy altos de residuos de glifosato en los alimentos. El límite de la ingesta diaria admisible (IDA) está establecida en 1,75 mg/kg de peso corporal al día en los Estados Unidos, mientras que en la Unión Europea es de 0,3 mg/kg de peso corporal. Las tolerancias se han establecido mediante estudios patrocinados por las Empresas y la influencia ejercida por la Industria en el proceso de reglamentación.
La nueva investigación muestra que el herbicida Roundup causa daños en el hígado y los riñones de las ratas, como se refleja en los cambios en las funciones de 4.000 genes con una ingesta de sólo 0,05 partes por mil millones, lo que indicaría la producción de un daño.
Estudios adicionales han encontrado que niveles tan bajos como 10 partes por mil millones pueden tener efectos tóxicos en el hígado de los peces y causar daño significativo a los hígados y riñones de las ratas a 700 partes por mil millones, que es el nivel permisible de glifosato en el agua potable de los Estados Unidos.
Las evidencias científicas independientes y revisadas por expertos muestran que los daños en la salud humana podrían comenzar a niveles tan bajos de glifosato como 0,1 partes por mil millones.
Estos innovadores descubrimientos, que unos cereales de una marca emblemática en los Estados Unidos, contengan niveles tan altos como 1.125,3 partes por mil millones, debería suponer una llamada de atención para todas las personas respecto a los niveles inaceptables de residuos de plaguicidas en los alimentos. [En este sentido, puede consultarse el informe publicado recientemente por Ecologistas en Acción sobre la presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los alimentos de España: “Directo a tus hormonas: guía de alimentos disruptores”]. Estos hallazgos son especialmente preocupantes, ya que los últimos estudios científicos independientes, durante los cuales un equipo internacional de científicos ha reevaluado los mismos datos previamente utilizados por las Agencias de Regulación, solicitan una Ingesta Diaria Admisible (IDA) más baja, debiéndose fijar en 0,025 mg/kg de peso corporal por día, es decir, “doce veces inferior a la IDA establecida actualmente en Europa y 70 veces menor al nivel actualmente permitida por la EPA en los Estados Unidos”.
Es importante que las personas y los padres comprendan que la contaminación por glifosato no se puede eliminar por lavado y no se descompone al cocinar. Los residuos de glifosato pueden permanecer estables en los alimentos durante un año o más, incluso si los alimentos se congelan o procesan.
Las pruebas y análisis de realizaron a petición de FOOD DEMOCRACY NOW, en coordinación con THE DETOX PROJECT, que ha reunido evidencias científicas adicionales en todo el mundo e incluyendo un compendio de investigación independiente sobre el glifosato, en el que se recogen los análisis de Anresco Laboratories.
Basándose en esta nueva información, FOOD DEMOCRACY NOW está solicitando una investigación federal sobre los probables efectos nocivos del glifosato en la salud humana y el medio ambiente, y también solicita una investigación sobre las relaciones entre las Agencias de Regulación y la Industria, a raíz de la exposición a la que están sujetas las personas y considerando los niveles de glifosato que los científicos señalan como perjudiciales para la salud humana.
Visto en : Noticias de abajo

miércoles, 12 de octubre de 2016

Tres grandes empresas están a punto de controlar la mayoría de los suministros agrícolas del mundo

  • Si los reguladores de EEUU y la UE no lo frenan, tres empresas controlarán casi el 60% de las semillas, casi el 70% de los pesticidas y productos químicos para el cultivo de alimentos y casi todas las patentes de los transgénicos
  • "Estas nuevas mega-corporaciones van a expandir su poder y eliminar de la competencia a las pequeñas empresas locales", advierte un analista
 
Un campo de maíz en el cráter del extinto volcán Pululahua, en Ecuador. Jaime Giménez
Cuando un agricultor de la India planta sus cultivos de algodón, hay al menos un 75% de posibilidades de que las semillas las haya tenido que comprar a una empresa propiedad de Monsanto. Si un agricultor latinoamericano rocía insecticida a sus granos de soja transgénica, es más que probable que los productos químicos se los haya vendido la empresa farmacéutica alemana Bayer o la estadounidense Dupont. Y cuando un granjero africano le pone productos químicos a su campo de maíz, es muy probable que estos productos provengan de la empresa suiza Syngenta.
Hasta hace poco, seis o siete empresas agroalimentarias competían por el mercado de las semillas y los productos químicos. Pero si los entes reguladores de Estados Unidos y la UE permiten que se concreten una serie de fusiones, en pocos meses sólo tres empresas controlarán casi el 60% de las semillas del mundo, casi el 70% de los pesticidas y productos químicos necesarios para cultivar alimentos y casi todas las patentes de los alimentos transgénicos del mundo.
Las mega-fusiones que en este momento están analizando los gobiernos y la Unión Europea incluyen la compra por 59.000 millones de euros de Monsanto, la empresa de productos químicos, semillas y biotecnología de Estados Unidos, por la alemana Bayer; la intención de la empresa química estadounidense Dow de fusionarse con su rival, el conglomerado DuPont; y el plan de ChemChina de comprar el grupo suizo de semillas y genética Syngenta por 38.000 millones de euros.
Si tenemos en cuenta las fusiones de algunas de las empresas de fertilizantes más grandes del mundo, y las intenciones de las empresas de equipamiento agrícola más grandes del mundo de invertir en big data, robótica y tecnología agrícola, todos estos movimientos empresariales llevarán a la agricultura global a una nueva era.
Grupos antimonopolio, medioambientales y de consumidores de Estados Unidos, Europa y América Latina se han mostrado alarmados esta semana al advertir que las tres mega-fusiones podrían potencialmente concentrar el poder financiero y político de una forma muy peligrosa y obligarían a más países a adoptar un solo modelo agrícola que excluye y empobrece a los pequeños agricultores.
Con las semillas, los productos químicos, la investigación y el poder de presión política en manos de un pequeño grupo de empresas súper poderosas, dicen, los pequeños productores desaparecerían, se reduciría la competencia y los precios de los alimentos y los insumos agrícolas aumentarían.

Información genética crucial para el crecimiento

Dentro de poco se publicará un informe sobre la creciente concentración de poder en la industria agroalimentaria en el que el Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (Ipes, por sus siglas en inglés) afirma que "está en camino una ola de consolidación corporativa sin precedentes".
"La concentración de nuevas tecnologías e información podrían llevar a que tres empresas controlen el 60% de las semillas y el 70% de los agroquímicos a nivel mundial, en un oligopolio de gran alcance. Significaría un cambio histórico y global en lo que respecta al acceso a insumos agrícolas y haría vulnerable todo el sistema de cosechas y ganado por su uniformidad", asegura un borrador del informe al que ha tenido acceso the Guardian.
La consolidación de la que habla el informe se refiere a que cada una de las tres grandes corporaciones tendrá acceso a grandes bancos de información genética que son cruciales para el crecimiento en lugares como el África sub-sahariana, que sufren escasez de alimentos y tienen una población en crecimiento.
"Las fusiones permitirán que las empresas farmacéuticas y agrícolas se conviertan en empresas de big data", explica Catherine Wood, CEO de Ark Investment Management. "Cuando se secuencia un genoma humano o una semilla, lo que se obtiene es información".
Olivier De Schutter, antiguo relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación y copresidente de Ipes, señala que las fusiones harán que los países en desarrollo se conviertan aún más en objetivos para la agricultura corporativa.
"La frontera de la agricultura industrial se está moviendo hacia el África sub-sahariana. Allí hay un gran mercado y las empresas semilleras dicen que crecerá aún más en los próximos años".
"Estarán en una posición dominante en el mercado. África sub-sahariana se está convirtiendo en el campo de batalla de las grandes corporaciones", indica De Schutter.
Colin Hamilton es el jefe de investigación sobre bienes de consumo en el banco Maquarie, en Londres. "Estas fusiones muestran cómo las corporaciones buscan el avance tecnológico y la mejora de las cosechas", opina Hamilton. "China produce la mitad de maíz que Estados Unidos, así que quiere ponerse al día. Quiere tecnología de Syngenta".

Los jóvenes ya no quieren campo

Parte del cambio de la consolidación corporativa y del sistema agrícola estadounidense basado en la ingeniería genética está generado a su vez por cambios demográficos y tecnológicos. "La mayoría de los agricultores en países como China son mayores de 50 años. Los jóvenes ya no quieren trabajar en el campo".
El grupo de vigilancia tecnológica y agrícola ETC argumenta que el furor ya no se limita a adquirir semillas y pesticidas, sino a controlar los insumos agrícolas y la seguridad alimentaria a nivel mundial.
"Los entes regulatorios anti-monopolios deberían prohibir estas fusiones en todo el mundo, y especialmente en mercados emergentes del hemisferio sur, ya que estas nuevas mega-corporaciones van a expandir su poder y eliminar de la competencia a las pequeñas empresas locales", afirma Pat Mooney, director de ETC, un grupo que supervisa los negocios y las tecnologías agrícolas mundiales.
Mooney dice que las fusiones responden al deseo de las corporaciones de controlar el big data y el acceso a las patentes, los transgénicos y la propiedad intelectual.
"Estos acuerdos no son sólo sobre el control de las semillas y los pesticidas, sino también sobre quién controlará el big data en la agricultura. Las empresas que puedan controlar la información sobre las semillas, la tierra y el clima y calculen nueva información genómica tendrán inevitablemente el control sobre los insumos agrícolas: semillas, pesticidas, fertilizantes y maquinaria".
"El control lo tendrán las grandes corporaciones que manejen mejor la información y el ADN en beneficio propio", explica.
Las fusiones han hecho sonar las alarmas en América Latina, y preocupan porque producirán aumentos de precios, más privatización de la investigación y presión política, afirma Silvia Ribeiro, directora de la oficina de asuntos latinoamericanos de ETC en México.
"Estas grandes corporaciones presionan para que nuestros países tengan leyes y normativas que les permitan dominar el mercado, aplastar los derechos de los pequeños agricultores e ilegalizar las semillas campesinas", señala.

Precios más altos, mayor empobrecimiento

"Todas juntas, estas fusiones van a modificar el mundo agrícola, probablemente elevando los precios para productores y consumidores de todo el mundo", advierte Adrian Bebb, responsable de alimentación, agricultura y biodiversidad de Amigos de la Tierra Europa, que describió la fusión de Monsanto y Bayer como un "matrimonio infernal".
Al concentrarse el control del mercado y el acceso a las semillas y la tierra entre unas pocas corporaciones, Bebb dice que millones de pequeños agricultores en países en desarrollo se empobrecerán: "Desde África y Asia hasta América Latina y Europa, el control corporativo de los mercados y las cadenas de suministros está desplazando a millones de pequeños productores agrícolas". Cree que "esta dinámica ha generado uno de los índices más altos de pobreza y hambre entre pequeños productores de alimentos y comunidades rurales de todo el mundo".
Bebb y otros argumentan que las fusiones no buscan resolver el hambre mundial. "Las investigaciones han demostrado que el hambre en el mundo no es un problema de abastecimiento, sino de pobreza, de ausencia de democracia y de acceso desigual a la tierra, el agua y otros recursos, especialmente para las mujeres.
Para evitar que unas pocas empresas controlen absolutamente el abastecimiento mundial de alimentos, se debería invertir mucho dinero en agricultura de bases, afirma.
"Los pequeños agricultores son la columna vertebral del abastecimiento alimentario del mundo. Representan al 90% de los agricultores de todo el mundo y proveen más del 80% de los alimentos consumidos por los países en desarrollo, especialmente en Asia y el África sub-sahariana", explica Bebb.
La lucha por detener las fusiones no sólo está en manos de entes regulatorios. Poderosos movimientos agrícolas en muchos países en desarrollo, aterrorizados por el inmenso poder que tendrían las corporaciones, planean llevar sus preocupaciones a la ONU y a las conferencias internacionales que se llevarán a cabo en los próximos meses en Indonesia, México y otros lugares del mundo.
Una de las convocatorias más importantes será el mes que viene en Roma, donde se reunirá el comité sobre seguridad alimentaria mundial de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura.
"Prácticamente todos los gobiernos del mundo, las organizaciones y muchas de las empresas agrícolas estarán reunidos en el mismo lugar durante una semana, tratando temas de la seguridad alimentaria. Va a haber mucha gente enfadada intentando detener estas fusiones", asegura Ribeiro.

Por John Vidal para The Guardian - Traducción de Lucía Balducci, eldiario.es
 

martes, 11 de octubre de 2016

El grave efecto de la agricultura agroquímica sobre las aguas subterráneas

Por Worms Argentina
La agricultura industrial moderna es fuente de graves intoxicaciones humanas y destrucción de la biodiversidad que sustenta todo el ciclo biológico mundial.
Es sabido de los graves daños sufridos en la historia moderna por los operarios que trabajaron en contacto con los primeros agroquímicos, tanto como los afectados en zonas aledañas a fumigaciones y asperjados con esos productos.
Plaguicidas y herbicidas han sido los principales destructores de fauna y flora desplazada de los campos agrícolas, tanto como de enfermedades y lesiones a humanos.
…desde hace muchos años se ha comprobado el grave efecto de los fertilizantes de base nitrogenada y fosfatada aplicados en gran escala…
Sin embargo ya desde hace muchos años se ha comprobado el grave efecto de los fertilizantes de base nitrogenada y fosfatada aplicados en gran escala durante períodos prolongados, los cuales van alterando la fisicoquímica de los suelos y modificando los ciclos climáticos e hidrológicos, tanto como el fenómeno de eutrofización de las aguas superficiales aledañas a campos de cultivo.
Las imágenes satelitales de los grandes lagos de norteamérica tanto como la muerte del mar Aral en Rusia son ejemplos dramáticos de ese efecto.
Sin embargo, los daños no terminan en eso.
Recientemente se ha aceptado oficialmente a través de la OMS el poder tóxico y probablemente cancerígeno en humanos del herbicida más usado, el glifosato. Una sustancia que se rocía casi como lluvia en nuestro país sin que se aplique control alguno más que la famosa “receta agronómica” y las buenas prácticas que dependen casi exclusivamente de la buena voluntad del agricultor.
Sólo hace muy poco tiempo se fueron dictando ordenanzas de exclusión para el rociado de ese producto cerca de zonas urbanas, aunque existan estudios que demuestran la capacidad de deriva y difusión atmosférica de esa sustancia a distancias mayores de las actualmente aceptadas como seguras.
Y otro efecto aún no considerado oficial y masivamente es el lixiviado por percolación,
en donde varios agentes son arrastrados desde la superficie por el agua  hacia las napas subterráneas al filtrarse.
El nitrato, componente primordial de los fertilizantes sintéticos como la urea y sustancia peligrosa para la salud humana por su capacidad de variación a nitrito, un agente de conocido poder carcinogénico, ha demostrado una capacidad enorme de lixiviación, principalmente por su solubilidad en agua y otras características electroquímicas.
Las napas inferiores y aledañas a campos de cultivo están impregnadas de nitratos luego de decenios de exageradas y crecientes aplicaciones.
Las napas inferiores y aledañas a campos de cultivo están impregnadas de nitratos luego de decenios de exageradas y crecientes aplicaciones.
Hay que recordar que la urea es un fertilizante por exceso, es decir, agrega cantidades exorbitantes de nitrato al suelo de las cuales las plantas sólo pueden absorber y aprovechar una porción muy pequeña, quedando el resto para su acumulación.
Se aplica aún con ese efecto simplemente porque es barata, extrayéndose por reformado del gas natural.
El concepto de “barato” que nos hace dependientes de recursos fósiles no renovables. Barato mientras hay, hasta que se acaba. Por tanto, sin importar como se mire, estos fertilizantes no constituyen una fuente estable de recursos sino precaria.
Sin embargo, otra sustancia esencialmente soluble en agua, por tanto pasible de lixiviación es el mismísimo glifosato, el asesino de lo vegetal que demuestra ya ser tóxico para animales y hombres.
Sus productores aseguran que no genera percolación sino que su poder tóxico queda sólo en suelos y ventea al aire, como extraño consuelo a nuestra preocupación. Sin embargo no hay ningún estudio de campo que demuestre tal postulado teórico con seguridad.
De hecho, existen ya múltiples positivos en análisis de contenido de glifosato de aguas de pozo de consumo en nuestro país y en todo el mundo.
Uno de ellos es el caso de la escuela “Paso a paso” de la localidad de Almada, en Pehuajó Norte, cuya directora María Cristina De Zan solicitó el estudio luego de observar variaciones importantes en la salud y capacidades de niños y docentes, en diciembre de 2015.
El estudio fué realizado por el Laboratorio PRINARC, de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral de la ciudad de Santa Fe, y dió como resultado una concentración de 3+/-1 ng/ml, siendo el límite máximo tolerable (?) un valor de 0.6 ng/ml.
La escuela se encuentra lindante con campos de cultivo de soja y el pozo de agua tiene una profundidad de 52 m, algo bastante poco compatible con una contaminación superficial y sí con un proceso de percolado. Casos similares se han encontrado en EEUU y en España.
En estos momentos hay cientos de ciudades y pueblos de campo en nuestro país cuyas aguas de consumo son extraídas de pozos alimentados por napas en similares condiciones de exposición.
Datos para tener en cuenta.
Es el agua que bebemos.

domingo, 25 de septiembre de 2016

La Guerra de los Transgénicos – ¿Cómo los GMOs Impactan en la Ganadería y Salud Humana Alrededor del Mundo?

“Somos Utilizados Como Ratas de Laboratorio para Llenarles los Bolsillos”

 Dr Mercola

Historia en Breve
Las travesías de “Transgenic Wars” (La Guerra de los Transgénicos) por toda Europa y América Latina, analizan los efectos de los cultivos transgénicos (GE, por sus siglas en inglés) en el ganado y la salud humana
Un criador de cerdos danés rastreo una misteriosa enfermedad porcina hasta la soya vinculada a un herbicida, de Argentina. En Argentina, un agricultor de transgénicos admite que no alimentará con soya transgénica a sus animales, ya que las gallinas alimentadas con soya transgénica producen huevos no comestibles
Las personas que viven cerca de los campos de transgénicos en Argentina tienen tasas 350 % más elevadas de defectos de nacimiento, que el promedio nacional; asimismo, en algunas zonas, las tasas de cáncer han aumentado hasta un 250 %, tan solo en un año.

“Transgenic Wars” una película galardonada por el frances periodista de investigación Paul Moreira, se aventura en un viaje en Europa y America Latina para investigar los efectos de los cultivos transgénicos (GM) tanto en la ganadería como en la salud humana

Además, esto profundiza en las preocupaciones tangenciales, tales como un mayor uso de herbicidas de glifosato, atrazina y 2,4-D, el último de los cuales fue un ingrediente en el devastador defoliante Agente Naranja, utilizado durante la guerra de Vietnam.

Casualmente, Monsanto era un productor líder del Agente Naranja durante la guerra, así como en sus contribuciones para la guerra; que empezó con su participación en el Proyecto Manhattan y creación de la bomba atómica, lo cual ayuda a explicar cómo Monsanto ha logrado obtener tal apoyo incondicional de parte del gobierno de los Estados Unidos.

Es una lealtad destructiva y a menudo incomprensible, que continúa hasta nuestros días; donde el gobierno de los Estados Unidos apoya, y participa en la difusión de los cultivos transgénicos (GE) y químicos tóxicos de Monsanto alrededor del mundo–ahora reenvasados como “necesarios” para la agricultura.

Monsanto, al ser un líder en semillas transgénicas y productos químicos que las acompañan, recibe una parte justa de atención durante toda la película. El ecologista Patrick Moore, quien hizo la insólita transición de cofundador de Green Peace a ser un defensor profesional de los transgénicos y grupo de presión, también es representado allí.

En este sensacional video, 1 que ha cosechado más de 1.4 millones de visitas, Moreira sugirió a Moore beber de un vaso con Roundup para probar su afirmación de que el herbicida es totalmente inofensivo. La negativa de Moore, al decir que él ‘no es estúpido’, está incluida en la película.

Porcicultores Daneses Luchan Contra una Misteriosa Enfermedad Porcina


La película comienza en Dinamarca, donde los criadores de cerdos luchan para determinar la causa de una misteriosa enfermedad porcina, a la que se refieren simplemente como “la muerte amarilla”. La enfermedad causa diarrea violenta, y a menudo es mortal para los cerdos afectados.

Prácticamente todos alimentan a sus cerdos con soya transgénica, y muchos sospechan que esta podría ser el origen del problema. Ib Pedersen es un criador de cerdos, desde hace mucho tiempo, en Dinamarca.

Cuando empezó a alimentar a sus cerdos con soya transgénica en los ‘80s, la mezcla contenía aproximadamente un 20 % de soya transgénica. Con los años, la proporción aumentó, y para el año 2002, aproximadamente el 90 % de la soya con la que alimentaba a sus cerdos era transgénica.

Al igual que otros agricultores, Pedersen se esforzó por contener “la muerte amarilla”, que mataría hasta un 30 % de los lechones nacidos cada año, hasta que un día decidió eliminar la soya transgénica de la mezcla con la que los alimentaba. Al cabo de dos días, los cambios fueron notables. No había ni un solo caso de diarrea entre sus cerdos.

En los tres años que ha alimentado a sus cerdos con piensos sin transgénicos, nunca se ha presentado de nuevo un solo caso de “la muerte amarilla”. Por sí solo, Pedersen logró suscitar dudas entre los agricultores daneses, acerca de la seguridad de la soya transgénica. Curiosamente, Pedersen podría haber identificado el problema aún más minuciosamente. Ya que se dio cuenta de dos nexos intrigantes:

Cuando la soya transgénica es adquirida de Argentina, todos los agricultores que la recibieron terminaron con brotes de diarrea en sus cerdos. ¿Qué es lo que contiene esta soya argentina transgénica que ha sido mucho peor que otras?
Encontró imágenes en Internet de niños argentinos deformados, que médicos y científicos locales insisten son causados ​​por la exposición a plaguicidas, ya que muchos pobladores están rodeados de campos de transgénicos, donde los productos químicos tóxicos son rociados con un deliberado abandono.
Le llamó la atención que tan similares eran estas deformidades con las encontradas en sus cerdos. ¿La soya transgénica contaminada con pesticidas podría ser la causa de los problemas de los porcicultores?

La Soya Transgénica Destruye a Argentina


Argentina es el tercer mayor productor de cultivos transgénicos en el mundo, y el segundo mayor productor de soya transgénica. Este tipo de cultivos han alterado radicalmente el aspecto del país.

Los cultivos transgénicos han eliminado la necesidad de grandes fuerzas de trabajo en granjas, al erradicar pueblos enteros y contribuir a la pobreza masiva.2 La diversidad agrícola que Argentina usualmente presumía se ha ido, y en vez de ello fue reemplazada por campos masivos de monocultivos de maíz, soya y algodón transgénicos.

Moreira visita Avia Terai, un pequeño pueblo rural, rodeado de campos transgénicos. Aquí, los niños nacen con enfermedades raras y degenerativas de origen desconocido. Una niña tiene grandes manchas de color negro-marrón en toda la cara y cuerpo–marcas que ha tenido desde su nacimiento.

Otro se atrofia lentamente por una enfermedad degenerativa sin diagnóstico que se cree es genética, agravada por la exposición a herbicidas. De una manera u otra, muchos de los niños están deformados, y muchos de los ancianos mueren de cáncer.

Los aldeanos se refieren al Roundup de Monsanto como “el veneno”, y hacen todo lo posible por evitar ser rociados. Todos ellos temen al tractor grande que rocía una de dos sustancias en el campo: agua o herbicida, y no se sabe que es lo que rocía cuando lo hace.

Una mujer describe cómo se encierra ella y sus hijos en el interior de su hogar, cada vez que oye al tractor. Aun así, es difícil evitarlo cuando se encuentra rodeado de campos, y cuando lo que rocían va a la deriva con el viento, al caer en el agua y en la ropa colgada para secarse.

Los Agricultores Argentinos Reconocen Que la Soya Transgénica No Puede Ser Utilizada Para la Alimentación Animal

Es revelador, que un agricultor de transgénicos que es grabado en secreto por Moreira indica que ellos no alimentan a ninguno de sus animales con esta soya; “Si alimenta a sus gallinas con ella, ya no podrá comer sus huevos”, dice. Cuando se le preguntó por qué, dijo que era debido a que los huevos huelen tan mal que no pueden consumirse. Esta es la razón por la que toda su soya transgénica es exportada.

Mientras tanto, los habitantes de los alrededores sufren, al ser fumigados con regularidad. Los esfuerzos para dialogar con los productores de soya transgénicos no han tenido ningún avance, y las empresas propietarias de los campos son tan ricas, que las multas no las disuaden de rociar generosamente dentro del perímetro ilegal de viviendas residenciales.

En los 15 años que los cultivos transgénicos han sido cultivados en Argentina, solo ha habido tres condenas por fumigación ilegal, a pesar de ser un hecho común. En el caso de Avia Terrrai, el pueblo se encuentra a solo 200 metros (656 pies) del campo de soya transgénica.

Por ley, no está permitido utilizar pesticidas a menos de 1.5 kilómetros (poco menos de 1 milla) de las viviendas de los residentes.

Su situación no es única. De hecho, el problema es tan grande, que el gobierno argentino estuvo obligado a subvencionar centros de discapacidad producida por plaguicidas, para controlar la cada vez más extensa crisis de salud.

Estos centros están llenos de niños de las poblaciones donde los padres fueron expuestos a productos químicos agrícolas. En general, la incidencia de los defectos de nacimiento es alrededor de 350 % mayor en zonas donde se cultivan productos transgénicos, en comparación con el resto de la país.3

Como fue señalado por una de las enfermeras en un centro de discapacidad en Sáenz Peña, “Exportamos nuestra soya [GE] a sus países para alimentar a los animales que consumen… Pero en realidad, nosotros somos los que pagamos el precio por ello”. La pediatra retirada, Dra. María del Carmen Seveso va más allá al llamarlo genocidio, y decir que esta situación es realmente grave.

Niños y Cerdos Deformes–¿Los Herbicidas Son los Culpables?


Las imágenes de estos niños argentinos deformes, publicadas en Internet, fue lo que llevó a Pedersen, el criador de cerdos daneses, a analizarlo. Al igual que todos los demás criadores de cerdos, también tuvo su justa parte de cerdos que nacieron deformes.

No le había puesto mucha atención, más allá de reconocer que estas cosas ocurren de vez en cuando, pero las deformidades se habían vuelto una situación más común, y de golpe se dio cuenta de las similitudes entre las deformidades que vio en los niños argentinos que habían sido expuestos a los pesticidas durante su gestación.

Cuando se trata de determinar qué pesticidas son los culpables, hay muchas preguntas sin resolver. Al parecer, el glifosato no es el único producto químico que es utilizado en los campos de soya transgénicos en Argentina. A medida que las hierbas se vuelven resistentes y crecen, muchos agricultores han recurrido a agregar otros productos químicos a la mezcla, y no está claro quién utiliza que producto.

La acción sinérgica de los productos químicos normalmente aumenta la toxicidad de la mezcla, en comparación con cualquier producto químico determinado por sí solo, pero no se ha realizado ningún estudio para determinar el nivel de riesgo exacto de los diversos brebajes.

Cuando Moreira se cruza con un tractor fijado para rociar un campo, se da cuenta de que Monsanto no solo rocía Roundup, sino también atrazina–que está prohibida en Europa, pero es ampliamente utilizada en los Estados Unidos–y 2,4-D, uno de los principales componentes de los herbicidas de las fuerzas armadas, el Agente Naranja, utilizado ampliamente en las selvas, durante la Guerra de Vietnam.

Uno cosa está clara: La promesa de que los cultivos transgénicos podrían producir una agricultura “más ecológica” y un menor uso de productos químicos NO ha ocurrido. En vez de ello, se utilizan cada vez más productos químicos en nuestra comida y de igual forma también en la alimentación con la que crecen nuestros ganados.

Enemigos Mutantes


A medida que los cultivos transgénicos se han apoderado de Argentina, las malas hierbas resistentes a los herbicidas se han convertido en un grave problema.

En Argentina, se cultivan más de 30 millones de hectáreas (74.1 millones de acres) de soya transgénica, y el glifosato es fumigado en cada campo, por lo menos tres o cuatro veces por año. Esto ha producido toda una nueva clase de malas hierbas—unas que son resistentes al glifosato, al igual que al propio cultivo transgénico.

Para abordar el problema, los agricultores no solo aplican más pesticidas, sino que también mezclan diferentes tipos de pesticidas juntos, para evitar que las malas hierbas se adapten a una sola fórmula. Como resultado, usualmente se añaden de tres a cinco productos químicos adicionales al glisofato. Además, las semillas transgénicas más novedosas, están diseñadas para resistir combinaciones aún más tóxicas.

Como fue señalado en la película, no hay una prueba definitiva de que los productos químicos agrícolas sean responsables de la crisis sanitaria en Argentina; pero tampoco hay pruebas que demuestren lo contrario. Y el gobierno no ha hecho nada para determinar la verdad.

De hecho, el gobierno de Argentina ha sido y continúa siendo un gran apoyo para la industria de los transgénicos, y es algo común ver anuncios de Monsanto en la televisión argentina, los cuales aseguran a sus habitantes que sus productos son seguros y efectivos.

Mientras tanto, nunca se han realizado estudios para determinar si todos estos cócteles químicos producen están interacciones peligrosas o causan los problemas graves de salud que hoy en día se observan en los niños criados en zonas agrícolas.

Asombrosas Cifras Elevadas de Cáncer


La única investigación organizada de manera independiente acerca del impacto en la salud de los cultivos transgénicos, fue realizada por estudiantes de la Universidad de Medicina de Rosario, que encontró que las tasas de cáncer aumentaron un 40 % en una población, en un solo año.

En otra población, la tasa de cáncer se disparó a un 250 %. Lo que estas poblaciones tienen en común es que están rodeadas de campos de transgénicos y la frontera de fumigación se encuentra extremadamente cerca de donde se encuentran localizadas.

Por desgracia, la economía de Argentina ahora depende totalmente de la agricultura transgénica. Según Alejandro Mentaberry del Ministerio de Ciencia, Argentina obtuvo alrededor de US$ 65 billones de los cultivos transgénicos entre 1996–el año que se introdujeron los cultivos transgénicos–y 2011. Mentaberry cree que el país debe su “milagrosa recuperación económica” a la exportación de cultivos transgénicos.

Pero ¿qué precio tendrá esta milagrosa bonanza económica? En abril de 2014, los argentinos salieron a las calles de Córdoba para protestar contra Monsanto y el uso de sus productos. “¡Monsanto fuera! ¡Si a la vida, no a Monsanto! Monsanto es veneno. Monsanto es la corrupción”, coreaban las personas mientras marchaban por las calles.

La película examina los poderes políticos que apoyan y dirigen los países para que acepten estos productos transgénicos (GMOs). Por ejemplo, Wikileaks reveló cómo los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos realizan en secreto el trabajo sucio de la industria de la tecnología química, al convencer y amenazar a los gobiernos con represalias, según sea necesario.

De igual forma, los funcionarios del gobierno del Reino Unidos fueron captados fungiendo como grupos de presión y portavoces de la industria de los transgénicos.

Asimismo, los acuerdos comerciales transatlánticos fueron dispuestos para desmantelar cualquiera de las prohibiciones que quedaban contra el libre flujo de los transgénicos y productos químicos tóxicos en Europa, donde las leyes de protección para la salud humana y el medio ambiente son más estrictas que en los Estados Unidos.

En función del resultado final de estos acuerdos, es posible que ningún país sea capaz de oponerse a los transgénicos en el futuro, sin importar el costo humano o del medio ambiente.

Patrick Moore y el Arroz Dorado


Moore, un ex activista de Greenpeace, se ha convertido en un prominente adversario del movimiento contra los transgénicos. Según Moreira, Moore dejó Green Peace hace 30 años en malos términos, y desde entonces se ha creado una reputación por sí mismo como un defensor de todas las cosas contra la naturaleza, incluyendo la industria nuclear, de la minería y transgénica. “Además piensa que el calentamiento global es excelente para el planeta”, señala Moreira.

Él ha sido el principal defensor del Arroz Dorado transgénico, diseñado para contener altas cantidades de betacaroteno, aparentemente para combatir la deficiencia de vitamina A en los países del Tercer Mundo. Sin embargo, hay problemas. Para empezar, el betacaroteno es una vitamina liposoluble.

De acuerdo con el Centro médico de la Universidad de Maryland, se necesitan al menos 3 gramos de grasa para asegurar que los suplementos de betacaroteno sean absorbidos.4

Este arroz enriquecido es destinado a los países empobrecidos donde las grasas alimenticias son casi imposibles de conseguir con cierta regularidad, lo que ocasiona que, en el mejor de los casos, este tipo de suplementación sea inútil.

También, se desconoce si el betacaroteno del Arroz Dorado puede mantenerse durante el almacenamiento, entre las temporadas de cosecha, o si los métodos de cocción tradicionales utilizados para preparar el arroz destruirán el betacaroteno. Finalmente, e igual de importante, este arroz todavía se encuentra en desarrollo, y por lo tanto, todas las reclamaciones son poco más que vanas ilusiones.

Tales hechos deberían haber detenido la fantástica historia del Arroz Dorado desde el primer momento, pero esto tampoco ha detenido el agrado de Moore por invertir mucho tiempo y esfuerzo en promoverlo, que compara la negativa de Aprobar el Arroz Dorado por el genocidio y la oposición de Green Peace al arroz como “un crimen contra la humanidad”.

Para Construir Un Sistema Alimenticio Más Saludable y Seguro, Empiece en su Hogar


Los problemas podrían parecer insuperables, pero hay soluciones. El hecho en cuestión es que los agricultores no tienen que utilizar cócteles químicos para producir la suficiente cantidad de alimentos. Muchas zonas necesitarían una seria intervención para mejorar y reconstruir la calidad de los suelos, que ha sido destruida por décadas de agricultura mecanizada y productos químicos, pero esto se puede lograr.

Como habitante, puede ayudar a orientar la industria agrícola hacia sistemas más seguros y sostenibles al cultivar sus propios alimentos y comprar–lo que no puede cultivar–a agricultores locales de confianza.

Por el momento, los alimentos procesados ​​son los más propensos a contener ingredientes transgénicos, por lo que al no adquirir alimentos procesados de cualquier tipo, incluidos los condimentos, es una de las mejores maneras de evitarlo—así como a los cócteles químicos rociados en estos cultivos.

Si todos nos negáramos a comprar productos que contengan transgénicos, e insistiéramos en alimentar a nuestras familias con alimentos libres de pesticidas y transgénicos, la industria alimenticia no tendría más remedio que responder. No pueden continuar haciendo negocios si las personas no adquieren sus productos, y si las empresas alimenticias se niegan a comprar ingredientes transgénicos, la industria de la biotecnología química perderá su poder financiero para corromper y manipular a los gobiernos.

Esto solo es un efecto de filtración masiva, y las masas realmente tienen el poder, a pesar de que a Monsanto y sus aliados les gustaría pensar lo contrario.

Hay una forma de solucionar este desastre, y comienza con cada persona que realiza diferentes decisiones de compra, para ellas y sus familias. Aunque en la actualidad muchas tiendas de alimentos ofrecen alimentos orgánicos, es preferible obtenerlos de productores locales, siempre que le sea posible, ya que gran parte de los alimentos orgánicos son ofertados en tiendas de alimentos importados.

Si vive en los Estados Unidos, las siguientes organizaciones pueden ayudarle a localizar alimentos agrícolas frescos:

EatWild.com

Eat Wild ofrece listas de los agricultores orgánicos certificados conocidos por producir productos lácteos crudos, seguros y saludables, así como la carne de res alimentada con pasto y otros productos orgánicos.

También puede encontrar información sobre los mercados de agricultores locales, así como las tiendas y restaurantes locales que venden productos de animales alimentados con pasto.
Weston A. Price Foundation

Weston A. Price tiene capítulos locales en la mayoría de los estados, y muchos de ellos están conectados con clubes de compra, en los cuales se pueden comprar fácilmente los alimentos orgánicos, incluyendo a los productos lácteos como la leche cruda y la mantequilla.
Grassfed Exchange

Grassfed Exchange tiene una lista de productores que venden carnes orgánicas y de pastoreo a lo largo de los Estados Unidos.
Local Harvest

Este sitio web le ayudará a encontrar los mercados agrícolas, granjas familiares y otras fuentes de alimento producido de manera sostenible en su área, donde se pueden comprar productos, carnes de animales criados con pasto, y muchas otros bienes alimenticios.
Farmers’ Markets

Una lista nacional de los mercados de los agricultores.
Eat Well Guide: Wholesome Food from Healthy Animals

EatWellGuide es un directorio en línea de carnes de animales alimentadas con pasto de forma sostenible, aves de corral, productos lácteos y huevos de las granjas, tiendas, restaurantes, posadas y hoteles, y puntos de venta en línea en los Estados Unidos y Canadá.
Community Involved in Sustaining Agriculture (CISA)

CISA está dedicada al mantenimiento de la agricultura y a promover los productos de granjas pequeñas.
FoodRoutes

El mapa de FoodRoutes “FindGoodFood” (Encuentre Buenos Alimentos) puede ayudarle a conectarse con los agricultores locales para encontrar los alimentos más frescos y apetitosos posibles. En su mapa interactivo, puede encontrar una lista de agricultores locales, CSA, y los mercados de su zona.
The Cornucopia Institute

El Instituto Cornucopia mantiene una clasificación de herramientas web de todas las marcas orgánicas certificadas de productos lácteos, huevos y otros productos básicos, en función a su suministro ético y las prácticas agrícolas auténticas que separan a la producción “orgánica” CAFO de las prácticas orgánicas auténticas.
RealMil.com

Si todavía no sabe donde conseguir leche bronca o sin pasteurizar, revise las páginas Raw-Milk-Facts.com y RealMilk.com. Ellas le indicaran los lugres donde pueden conseguir leche legalmente en su estado y le proprocionan una lista de las granjas que venden productos lacteos sin pasteurizar en su area. Tambein puede encontrar información sobre leche sin pasteurizar en su página “facts about real raw milk” .

Farm to Consumer Legal Defense Fund5 también proporcionan una revisión de las leyes de la leche sin pasteurizar en cada estado.6 Los residentes de California también pueden encontrar vendedores minoristas de leche, con el uso de un localizador disponible en www.OrganicPastures.com.
___________________

Dr. Mercola 
Vía Adriana - Maestro Viejo

sábado, 30 de julio de 2016

ARGENTINA: CON EL GLIFOSATO A DIEZ METROS

IMPULSAN QUE SE PERMITA FUMIGAR CASI AL LADO DE LAS VIVIENDAS 

 

Un proyecto de ley que ya tiene media sanción en el Senado bonaerense achica las distancias de uso del herbicida respecto de las casas habitadas. Organizaciones sociales y asambleas de pueblos fumigados denuncian que la iniciativa es inconstitucional.


› Por Darío Aranda
La Cámara de Senadores de Buenos Aires dio media sanción a un proyecto de ley que permite fumigar con el cuestionado herbicida glifosato hasta sólo diez metros de las viviendas, reduce al mínimo las distancias de utilización de agroquímicos, desoye fallos judiciales y no se basa en ninguna evidencia científica para establecer las distancias. Organizaciones sociales y asambleas de pueblos fumigados denuncian la inconstitucionalidad del proyecto y afirman que el gobierno provincial privilegió a las empresas del sector, nucleadas en la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid) y la Cámara de empresas de agroquímicos (Casafe) por sobre la población.

El ministro de Agroindustria de Buenos Aires y ex gerente de Monsanto, Leonardo Sarquís, lo anunció a días de asumir: trabajaban en una nueva ley provincial de agroquímicos. El 6 de julio, y sin discusión mediante, el Senado bonaerense dio media sanción a una ley en línea con los pedidos empresarios: “Se prohíbe toda aplicación utilizando la técnica terrestre de todos los productos fitosanitarios, fertilizantes y otros plaguicidas comprendidos en las clases III y IV, la cual está delimitada por diez metros contados desde el límite de la zona urbana”.

Entre los productos que podrán fumigarse hasta pasos de las viviendas están el herbicida glifosato (categorizado por el IARC como “probable cancerígeno”, ubicado en el segundo escalón de peligrosidad en una escala de 1 a 5), atrazina (su principal comercializadora es la multinacional Syngenta), clorpirifos y el también cuestionado herbicida 2,4-D.

“Es un proyecto que desconoce absolutamente las denuncias y enfermedades que se dan en todo el país respecto a las fumigaciones y también ignora las evidencias científicas y legales que acreditan la necesidad de proteger al ambiente y a la salud de la población. No existe argumento ni técnico ni científico que justifique esta ley”, denunció Gabriel Arisnabarreta, ingeniero agrónomo, productor de alimentos sin venenos e integrante de la organización Ecos de Saladillo.

Arisnabarreta afirmó que lo único que privilegia este proyecto en la “búsqueda de mayor rentabilidad” de empresas. Precisó que detrás de la iniciativa están la Asociación de Siembra Directa (Aapresid), Casafe (cámara empresaria de agroquímicos, donde están todas las grandes compañías del sector), la Mesa de Enlace, “sectores del INTA” y el Ministerio de Agroindustria de Nación.

El Senasa clasifica los químicos en cinco categorías: IA (sumamente peligroso, muy tóxico, banda roja), IB (sumamente peligroso, tóxico, banda roja), II (moderadamente peligroso, banda amarilla), III (poco peligroso, banda azul) y IV (normalmente no ofrece peligro, banda verde).
La clasificación es muy cuestionada a nivel nacional e internacional porque está realizada en base a estudios de las propias empresas que comercializan los venenos y porque solo considera la toxicidad aguda (producida en el momento de la manipulación) y deja de lado la afectación crónica (por largos periodos de tiempos, por ejemplo no contempla a las familias expuestas a continuas fumigaciones, donde los químicos son más nocivos).

Diana González, de la Asamblea por la Protección de la Salud, la Vida y el Ambiente de Pergamino, consideró que la clasificación del Senasa “es falaz porque excluye de la discusión la exposición crónica a la que nos vemos sometidos los vecinos de los pueblos fumigados”.
En el proyecto se mencionan prohibiciones o “zonas de exclusión”. Fija distancias de 500 metros para fumigaciones aéreas y las reduce a 100 metros (para productos de clase IA, IB y II) y diez metros para las categorías III y IV. “Es una burla. Los más usados hoy están en las categorías III y IV, sobre ellos hay numerosos estudios científicos que tienen efectos crónicos que afectan la salud pero igual te lo echarán hasta la puerta de tu casa”, alertó Arisnabarreta.

La Corte Suprema de Buenos Aires falló en 2012 y prohibió fumigar a menos de 1000 metros de las viviendas. Fue una sentencia que protegió a María Cristina Monsalvo y Víctor Fernández (de la localidad de Alberti), que sufrían las aspersiones con glifosato, atrazina y cirpermetrina de un campo de soja vecino. El máximo tribunal de Buenos Aires citó el principio precautorio vigente en la ley: ante la posibilidad de perjuicio ambiental es necesario tomar medidas protectoras.
El proyecto con media sanción desoye el fallo judicial de la Corte Suprema. Fue impulsado por el senador Alfonso Coll Areco (del bloque Peronismo Bonaerense y presidente de la Comisión de Ambiente) y su fundamentación no cita ningún trabajo técnico ni científico que justifique las mínimas distancias. Por contraposición, en Argentina existen más de cien trabajos científicos de universidades públicas (Río Cuarto, La Plata, el Litoral, UBA y Rosario, entre otras) que dan cuenta de las consecuencias de los agrotóxicos en poblaciones.

Lucas Landívar y Juan Ignacio Pereyra son parte del colectivo Abogados de Pueblos Fumigados, espacio nacido de las comunidades afectadas por la consecuencias de la agricultura química. Afirmaron que el proyecto de ley es “inconstitucional” porque desoye legislaciones que protegen la salud y el ambiente, y explicaron que es un proyecto “regresivo” (reduce protecciones ambientales que ya están vigente en leyes anteriores). “Eso solo hecho ya confirma la inconstitucionalidad”, aseguraron los abogados y resaltaron que tampoco hubo audiencias públicas como establece la normativa vigente.
González, de la Asamblea de Pergamino, no tiene dudas: “El proyecto de ley tiene como única meta proteger los intereses empresariales del agronegocios”.

Subnotas

 Fuente: Diario Página12

jueves, 14 de abril de 2016

El Parlamento Europeo da el visto bueno a siete años más del herbicida glifosato


Aplicación de herbicida en cultivos.
Aplicación del herbicida en cultivos
  • La Cámara le pide a la Comisión Europea que la licencia sea "solo para usos profesionales" dadas las dudas sobre el potencial cancerígeno de la sustancia
  • La votación no es vinculante y serán los Estados quienes tomen la decisión tras una propuesta del Ejecutivo comunitario
  • El comisario de Salud, Vytenis Andiukaitis, pidió por carta al director del Grupo de Trabajo del Glifosato que publiquen los datos que sirvieron para negar los riesgos descritos por la OMS
 
El Parlamento Europeo ha votado este miércoles a favor de ampliar la licencia europea del herbicida glifosato: sobre este producto químico pesa un informe de la OMS que lo ha calificado como cancerígeno. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) contradijo ese criterio. La Comisión Europea había planeado que la renovación se fuera a 15 años. Con todo, la decisión final es de los Estados Miembro.

"Dadas las preocupaciones sobre la carcinogenicidad del herbicida glifosato, la Comisión debería renovar su licencia por siete años y para uso profesional solamente", ha manifestado la Eurocámara en su resolución que no es vinculante. La Comisión tenía previsto someter al voto de los gobiernos su propuesta de renovación de 15 años el pasado 8 de marzo . Al manifestarse en contra algunos países como Francia, Holanda o Italia, pospuso la votación. Se prevé que se haga el 19 de mayo, según fuentes comunitarias.

Entre medias, los diputados tenían que tomar una posición que es lo que se ha aprobado este miércoles en Estrasburgo con 374 síes y 225 noes. El portavoz de Equo en la cámara, Florent Marcellesi, ha dicho luego que "es decepcionante que se prolongue el uso de esta sustancia dañina". Marcellesi apunta a que, al menos, se ha solicitado que la licencia impida el uso del glifosato "cerca de parque y colegios".

Transparencia de informes

La resolución parlamentaria sí recuerda que la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) tiene pendiente redactar su informe sobre el glifosato: "La Comisión deberá revisar su aprobación a la luz de la clasificación que haga la ECHA", ha explicado al tiempo que pide que se hagan públicos los informes científicos que sirvieron a la Agencia de Seguridad Alimentaria para dar el visto bueno al herbicida.

En este sentido, el comisario europeo de Salud, Vytenis Andiukaitis, envió el pasado 4 de abril una carta al director del Grupo de Trabajo del Glifosato, Richard P. Garnett, en la que le solicitaba que publicara "todos los estudios completos así como los datos brutos" que sirvieron a la EFSA para hacer su "evaluación sobre la carcinogenicidad de la sustancia". Richard Garnett es uno de los directivos de la empresa Monsanto, gran comercializadora de este herbicida.

El comisario le pide en su misiva que publique esos datos en aras de la "transparencia" y debido a la "preocupación de la sociedad" que ha despertado el hecho de que haya evaluaciones tan dispares entre la agencia europea y la OMS. Pero, al mismo tiempo, le repite que "soy completamente consciente de que la transparencia debe estar equilibrada con otras necesidades de la sociedad como son la propiedad privada y la protección del proceso de decisión en marcha".
Fuente El Diario.es

miércoles, 6 de abril de 2016

La batalla cultural frente a los transgénicos

 

La maquinaria política transgénica sabe bien que tiene que sustituir el mundo bio y demodiverso por tecnología esclavizante y por el dictado individualizador de un puñado de transnacionales


Aunque el capitalismo amenaza las bases de la vida, no le resulta tan fácil ni tan legítimo apropiarse  de nuestras conciencias, tampoco de las culturas que trabajan para que dicha vida siga reproduciéndose. La reciente sentencia dictada por el magistrado federal de México, Benjamín Soto, ha cerrado las puertas (por el momento) a la liberación o siembra de maíz transgénico en dicho país. México, tan cerca de monstruos transnacionales como Monsanto o Syngenta y tan lejos de los dioses que crearon a los hombres de maíz como reza el libro comunitario maya del Popol Vuh, se ha reconocido como país donde la preservación de su alimentación es un hecho justiciable. La demanda fue presentada concretamente por 53 personas: campesinos y campesinas, artistas, personas investigadoras y activistas de derechos humanos. Pero obedece a una larga disputa jurídica, territorial e identitaria contra los citados monstruos como indica este colectivo: “México es la cuna donde nació el maíz, planta que hermanó en su territorio a decenas de culturas”.

Hace unas semanas, uno de los impulsores de dicho proceso colectivo, Narciso Barrera Bassols, me reafirmaba esa disputa que ha unido territorios, manejos sostenibles de recursos y tradiciones actualizadas: “ganamos, porque venimos ganando la batalla cultural”.  Y me citaba la presentación de exposiciones nacionales como Milpa: ritual imprescindible, la campaña Sin Maíz no hay País o el trabajo local en pos de asentar derechos y sabores propios de los distintos territorios que componen México. La milpa (esa asociación de maíz, frijo y calabaza) tan mexicana se ha impuesto culturalmente. 

¿Qué podemos aprender de este proceso para continuar nuestra batalla por un mundo habitable, libre de transgénicos? El capitalismo precisa introducir rupturas en nuestros vínculos con los territorios, y en particular con la alimentación, para nutrir su sociedad de consumo, aquella que no entiende de contextos sociales ni de proximidades, si no de laboratorios y de mercados globalizados. El TTIP es una clara muestra. Y aquí nos jugamos mucho en la batalla frente a los transgénicos en la Unión Europea. La resistencia mexicana se ha fundamentado en ir bastante más allá de la denuncia del control de la alimentación. No se han limitado a enfrentar manejos o formas de producir alimentos. En México se ha planteado que el maíz representa otra forma de estar en el mundo y de sentirlo. Todo cambio social implica una adaptación o una incorporación de nuevas visiones del mundo. En esta Transición inaplazable (política y vitalmente) esperamos no caer en un “aprendizaje por shock” como nos apunta Ernest García, si no en innovar en prácticas y en deseos hacia otras sociedades.

El plano jurídico, me continuaba relatando Narciso Barrera, nos ha permitido trabajar desde las comunidades indígenas y campesinas, en connivencia con el ecologismo político, para hacer pedagogía de por qué rechazar estos transgénicos, de por qué la alimentación forma parte de nuestro ser como país. A lo largo de los dos últimos años, se han superado más de 90 impugnaciones y 22 amparos judiciales, manteniendo así la suspensión temporal de los transgénicos. Y en paralelo a dichos procesos judiciales se han ido avivando la recuperación de memorias bioculturales, aquellas que ligan manejos sostenibles y territorios. Es decir, se ha trascendido el plano del sistema agroalimentario, como estructura de producción y consumo, para ir más allá. En palabras del compañero Miguel Ángel Escalona (profesor de agroecología en la Universidad Veracruzana), estamos promoviendo una “cocina sana y culturalmente significativa que vaya más allá de los circuitos cortos”. Miguel Ángel Escalona impulsa iniciativas como el Consejo Gastronómico Veracruzano o la red de Tianguis (mercados sociales) en su localidad. Y, al mismo tiempo, esta reconciliación de cultura alimentaria, territorios y manejos sostenibles ha facilitado la rápida politización del derecho a la alimentación. Bajo el paraguas de la campaña Sin Maíz no hay País, iniciada en el 2007 por 300 colectivos sociales y campesinos, se lograba que el Derecho a la Alimentación alcanzara rango constitucional en México el 13 de Octubre de 2011.

Territorios. Territorios de saberes, de sabores y de formas de sentir. Comunalidades que se tejen entre personas rompiendo así los fragmentos en los que nos convierten las sociedades líquidas, donde los lazos no tienen memoria, ni lugares donde asentarse, ni por supuesto salen anunciados por televisión. La maquinaria política transgénica sabe bien que tiene que ahondar en la tecnofilia y en la antropofobia. Sustituir el mundo bio y demodiverso por tecnología esclavizante y por el dictado individualizador de un puñado de transnacionales.

¿Y qué estamos haciendo en esta parte del mundo inserta en una avergonzante Unión Europea? Mucho, ésa es la verdad, a pesar del acoso de las élites encantadas con la transgenia mercantil. España continúa siendo el reservorio de los transgénicos en este lado de Europa, junto con otros cuatro países, capitaneando la producción de maíz transgénico MON810 de Monsanto. Recientemente, la Unión Europea abría la puerta a la prohibición o apertura discrecional al cultivo de  transgénicos. Pero la batalla cultural, territorial y de promoción agroecológica está en marcha y ha frenado la invasión que ahora avanza vía TTIP. Isabel Bermejo, una de las voces más escuchadas en los últimos tiempos frente a los transgénicos, me señalaba el valor de la cultura alimentaria en este país: “precisamente no han empezado por tomates porque, primero no es el gran negocio, y segundo, podría esperarse un mayor rechazo ciudadano”.

Este rechazo se ve favorecido y reforzado por multitud de campañas estatales e internacionales. Desde que en 1998 se lanzara el grito de “Monsanto sal de la India”, la reclamación de zonas libres de transgénicos ha servido como foco local de estas presiones. Recientemente, regiones enteras como Escocia, Irlanda del Norte, Gales o Valonia así se han declarado. Aquí los municipios han tenido más bien un papel simbólico, aunque muy efectivo. Las recientes prohibiciones del uso de glifosato en Extremadura o en municipios como Madrid o Barcelona han tenido su eco mediático, apelando a nuestra salud, frente a los adalides de la segunda revolución verde. Por su parte, el mensaje combinado del “queremos decidir” y del “somos lo que comemos” ha calado más a través de las diferentes plataformas por la soberanía alimentaria. Han nutrido la recuperación de una biodiversidad cultivada, agricultura y mercados de proximidad, y por ende, la relación de los territorios con una gastronomía propia. Justamente cuando la cacareada dieta mediterránea nos está abandonando. La cultura alimentaria no es un campo de batalla más frente a la mercantilización de la comida. La excepcionalidad francesa y su persistente rechazo a los transgénicos es prueba de ello. Producir sí, pero siempre pensando en un mundo rural vivo, como aquí también indica Plataforma Rural.

El enganche a la tecnofilia y a la noción moderna (y falseada) de progreso tiene que compensarse con el deseo de existir en otros (y tradicionales) sabores, en otros (y sostenibles) territorios. La batalla alimentaria por un mundo habitable comienza en nuestras mesas. Y por reivindicar colectiva, cultural y localmente el derecho a una deliciosa y humanizante biodiversidad.

Fuente: 


La historia del glifosato en Argentina

 

'La distancia', basada en la novela de Samanta Schweblin, se representó en el teatro Galileo (Madrid) hasta el pasado 1 de abril. Está dirigida por el argentino Pablo Messiez.

MADRID.- La distancia de rescate es aquella en la que una madre puede reaccionar para mantener a su hijo a salvo. También es el nombre de la primera novela de la escritora argentina de cuentos Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978). Aunque el término es inventado, si tienes hijos no es difícil que te sientas identificado con su significado, como explica la actriz María Morales: “El nivel de miedo es proporcional al nivel de amor”. Ella lo sabe por partida doble, es madre en la realidad y también en la ficción, en La distancia, la adaptación escénica de la novela de Schweblin que se representa en el teatro Galileo hasta el 1 de abril.

La obra, adaptada y dirigida por el argentino Pablo Messiez, profundiza en la relación madre e hijo utilizando de telón de fondo una realidad que se nos presenta en primera instancia como ciencia ficción. “Una mujer va con su hija al campo. Acaba en un pueblo donde muchos habitantes tienen discapacidades o problemas de salud. Al poco, ella misma se intoxica, y su hija desaparece”, explica el director, sin tirar más del hilo argumental.

Aunque no es mucho lo que Messiez desvela vamos a profundizar con lo que nos ha dado. Depende de a quien le preguntes, la realidad que describe el director tiene una explicación u otra. Siguiendo la lógica del libro y de la adaptación escénica, el problema de las malformaciones y las enfermedades se encuentra en que “los pueblos están cerca de las plantaciones de soja y se ven afectados por el pesticida con el que se fumigan las hojas: el glifosato. Lo que sucede es que este pesticida tras fumigarse queda en el aire y en el agua. Al final el pueblo queda afectado por inhalar la sustancia”, y de ahí que vengan todos los males.

La otra versión es la de José Miguel Mulet, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia e investigador del IBMCP (Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas) a quien PÚBLICO ha llamado para contrastar esta realidad. El científico no niega, a primera instancia, que el glifosato sea la causa, en situaciones muy puntuales, de enfermedades, pero cuando ocurre no es por la sustancia en sí, sino por las carentes medidas de seguridad de quien manipula el herbicida.

El glifosato, el pesticida de la soja

Argentina es uno de los principales exportadores de soja. El estado se queda con el 35% en impuestos por cada kilo. No hace falta resaltar la importancia que es este producto para su economía. El glifosato fue introducido en el país por la multinacional Monsanto, en respuesta a otros herbicidas que se usaban antes mucho más tóxicos para el ser humano. La empresa tuvo la patente hasta el año 2000. Desde entonces, cualquiera puede comprar el producto en una tienda especializada o incluso en un bazar chino.

Diversos grupos ecologistas hacen presión para eliminar el uso del glifosato. Su postura es que el herbicida tiene una relación directa con la aparición de enfermedades
Pese al dinero que supone para Argentina, diversos grupos ecologistas hacen presión para eliminar el uso del glifosato. Su postura es que el herbicida tiene una relación directa con la aparición de enfermedades. Según Mulet, esto no es cierto, ya que, en primer lugar no hay un estudio científico que abale esta teoría y por otra parte, las regiones rurales donde aparecen suelen carecer de infraestructuras básicas como sistema de alcantarillado u hospitales. Además, según el profesor, en muchas zonas el agua está contaminada con arsénico.

Si esto es cierto, ¿por qué el gobierno no hace nada? El científico opina que a este le conviene dejar que se siga pensando que las enfermedades las produce el glifosato para esconder la verdadera realidad de cómo se vive en los pueblos. Este hecho, continúa Mulet, sumado a una estructura gubernamental corrupta hace que se vean sometidos los argentinos al rocambolesco tira y afloja entre los que defienden que es este herbicida el causante y a los que les gustaría realizar un estudio serio de la situación.

Uno de los principales defensores de la teoría del herbicida es la plataforma Médicos de los Pueblos Fumigados, que, siempre siguiendo la versión del profesor Muler, elaboraron un estudio que relaciona las enfermedades con el glifosato. El estudio consistió en ir puerta a puerta a preguntar a los habitantes de la casa si padecían alguna enfermedad. La publicación de los resultados fue rechazada por las principales revistas de ciencia por falta de rigor. Finalmente fue publicada en la Universidad de la Plata, quien más tarde, influenciado por las críticas, se desvinculó del informe.

Durante la obra, y en la novela, no se menciona el nombre de Monsanto, y tampoco se menciona qué tipo de herbicida es el que se utiliza para contaminar a los habitantes del pueblo. No obstante, las múltiples alusiones al problema en Argentina hace que sea necesario ofrecer los dos puntos de vista. La función, en cualquier caso, no habla solo de este tema, como toda buena historia está llena de capas, y esta solo una de ellas.

Fuente: ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET para Periódico Público - Madrid


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